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17 de octubre de 2024

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MADRE

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De No Esperarlo a Sentirlo Todo: Mi Viaje Hacia la Maternidad

De No Esperarlo a Sentirlo Todo: Mi Viaje Hacia la Maternidad

Escrito por Ivana Fuchila

Escrito por Ivana Fuchila

Pronto es el día de la madre, no tengo ni idea de por qué se celebra ese día. Pero esta vez me toca celebrar como mamá. Un rol que cuando tenía 38 años, ya había aceptado que en esta vida quizás no me tocaba cumplir (y releo que escribí "cumplir"). Profesional, independiente y moderna, enfocada en logros y metas, y sin pareja en mis treintis, (oh my god) llegué a pensar y aceptar que quizás no me tocaba tener esa experiencia en esta vida. Y honestamente no sabía si quería. Y eso estaba bien. Me sentía completa y suficiente. Más allá de los miedos que habían tratado de infundarme de que ya era tarde para mi, o de que tenía que congelar mis óvulos o recurrir a maniobras estrambóticas si dentro de una prudencial cantidad de años se me ocurría la idea de reproducirme (tic tac tic tac),  me quedé ahí. Expectante. Vi a mis amigas y hermanas convertirse en madres, adoré a cada uno de esos bebés, acompañé como pude en ese momento sin realmente dimensionar nada. 

A los 39 tuve a Tomi. Primigesta añosa me dijeron. Me convertí en canal, di permiso, abrí la puerta para que ese ser llegara. Y

llegó. Arrasó. Como una ola de esas que te revuelcan y te dejan despeinada con la malla corrida y el gusto a agua salada en la garganta. Una fuerza irrefrenable que es la vida. Y la transformación. La transformación más poderosa y profunda que experimente. Con la identidad tambaleando logre conservar sano y salvo a ese bebé, que ya es casi un niño y que me interrumpe mientras escribo estas palabras, para mostrarme que se pintó la cara con una fibra marrón. Y el milagro que ocurre el día que con esos bracitos él decide abrazarte. No llora, no necesita alimento o abrigo, o un cambio de pañal, no quiere upa, no tiene miedo. No te está pidiendo nada. El decide abrazarte y te das cuenta que todo este tiempo le estuviste enseñando a sentir amor. 

Y él aprendió. 

Y ese sentimiento vale todo, las contracciones, los desvelos, los sacrificios, el cansancio, los miedos, todo. Tan trillado y cursi como real y absoluto. Lo vale. Asique feliz día para mí.  Y para todas las que maternan, de todas las formas posibles, las que cuidan y protegen hasta que de esas cosas que jamás van a suceder. Chin chin.